24 de octubre de 2024
Las recientes medidas de China para revitalizar su desacelerada economía han marcado un importante punto de inflexión, ya que muchos inversores y economistas llevaban tiempo anticipando que Pekín tomaría medidas audaces para evitar que el crecimiento cayera por debajo de la crítica marca del 5%. El llamado «Gran Berta» del estímulo económico se ha desencadenado ahora con medidas sin precedentes por parte del Banco Popular de China (PBOC). Estas medidas, destinadas a estabilizar e impulsar la economía, llegan en un momento en que los inversores mundiales se muestran cada vez más recelosos ante la desaceleración económica de China y la continua debilidad de sus mercados bursátiles.
El PBOC anunció una serie de políticas monetarias agresivas, incluida una reducción del coeficiente de reservas obligatorias (RRR) en 50 puntos básicos, inyectando 1 billón de yuanes en el sistema financiero. El banco central también redujo el tipo repo a siete días y los costes de los préstamos a medio plazo, lo que indica un fuerte impulso para reducir los costes de los préstamos a corto plazo. Además, se han recortado los tipos hipotecarios y se han reducido los pagos iniciales para segundas viviendas, en un intento de revitalizar el sector inmobiliario, todavía en dificultades. Estas medidas, aunque necesarias, plantean la cuestión de si serán suficientes para invertir la actual recesión económica, ya que intervenciones similares en el pasado han tenido resultados desiguales.
Persisten grandes incertidumbres sobre si estas políticas proporcionarán el necesario impulso de confianza a empresas y consumidores. Según el Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE), China se enfrenta a varios retos, entre ellos el riesgo de una espiral deflacionista, un enfoque cauteloso del estímulo por parte del gobierno y un sector inmobiliario en dificultades que sigue lastrando la economía. Además, los esfuerzos del país por atraer inversión extranjera directa han tenido un éxito limitado debido a las tensiones geopolíticas y al escepticismo sobre las políticas económicas chinas. Estos factores agravan la dificultad de lograr una recuperación sostenible a corto plazo.
A escala mundial, la recuperación económica de China podría tener implicaciones de gran alcance, especialmente para los países que están profundamente conectados a sus flujos comerciales. Alemania, el mayor socio comercial de China en Europa, podría recibir un impulso significativo si la demanda china se fortalece, lo que podría dar un impulso muy necesario a la economía alemana. Estados Unidos y la Unión Europea, que dependen de China como principal fuente de importaciones, también podrían ver cómo sus economías se benefician de un repunte del crecimiento chino, especialmente en sectores clave como el manufacturero y el tecnológico.
Los datos de exportaciones e importaciones de China muestran un superávit comercial de 84.600 millones de dólares en julio de 2024, con un aumento interanual de las exportaciones del 6,67%. Las exportaciones clave incluyen teléfonos, ordenadores y circuitos integrados, mientras que las principales importaciones comprenden petróleo crudo, mineral de hierro y semiconductores. Esta actividad comercial subraya el papel central que sigue desempeñando China en las cadenas de suministro mundiales, y una recuperación del crecimiento chino podría revitalizar la demanda de materias primas como el mineral de hierro, el cobre y el aluminio, especialmente porque el país sigue siendo el mayor comprador mundial de materias primas.
Los sectores más sensibles al crecimiento chino serán probablemente el comercio minorista, los bienes de consumo, la automoción y la tecnología. Con el aumento de la clase media china, se espera que crezca la demanda de artículos de lujo, ropa y electrónica doméstica. El sector de los vehículos eléctricos, en particular, se beneficiará a medida que China avance en sus objetivos de energía limpia, abriendo oportunidades para fabricantes locales y extranjeros como Tesla. La industria de los semiconductores, vital para el desarrollo de la electrónica moderna, también está preparada para crecer a medida que aumenten las inversiones en infraestructuras y fabricación de alta tecnología.
Los servicios financieros en China también pueden experimentar avances significativos, ya que el país aplica reformas para ampliar el acceso a los servicios bancarios y de tecnología financiera. Esto, combinado con la digitalización de la banca, ofrece oportunidades de inversión prometedoras. Los sectores del turismo y la hostelería, que se vieron duramente afectados por la pandemia, también podrían experimentar un resurgimiento, impulsados por el aumento de los viajes nacionales e internacionales a medida que se recupera gradualmente la confianza de los consumidores.
Sin embargo, el éxito de estas medidas de estímulo depende del restablecimiento de la confianza de los consumidores y las empresas, que se mantiene en niveles históricamente bajos. La confianza es un factor crítico para impulsar el consumo, especialmente en el sector inmobiliario, donde los precios deben estabilizarse antes de que la confianza pueda recuperarse plenamente. Sin una estabilización del mercado inmobiliario, China podría enfrentarse a un prolongado periodo de debilidad del consumo y la inversión, lo que complicaría aún más sus esfuerzos de recuperación económica.
Las materias primas también desempeñarán un papel vital en la recuperación de China. Como mayor consumidor mundial de materias primas, es probable que la demanda china de mineral de hierro, carbón, cobre, níquel y aluminio aumente si se recupera la actividad económica. La estrategia del país de asegurar líneas de suministro estables y crear reservas estratégicas de recursos esenciales, incluidas las materias primas energéticas como el crudo, será fundamental para mantener su impulso económico frente a los riesgos geopolíticos.
Aunque las recientes medidas suponen un paso importante hacia la reactivación de la economía, no están exentas de limitaciones. El camino hacia una recuperación plena será lento, sobre todo porque el sector inmobiliario sigue luchando y la confianza de los consumidores sigue siendo débil. Aunque las medidas de estímulo pueden dar un impulso a corto plazo a los mercados de renta variable y a la confianza de los inversores, su éxito a largo plazo dependerá de la eficacia con que puedan abordar los problemas estructurales de la economía. En conclusión, los últimos esfuerzos de China por estimular su economía mediante una política monetaria agresiva y reformas del mercado inmobiliario no tienen precedentes en cuanto a escala y ambición. Estas medidas deberían ayudar al país a alcanzar su objetivo de crecimiento del 5% para 2024 y ofrecer oportunidades para que los inversores vuelvan a interesarse por los mercados de la región. Sin embargo, la verdadera prueba será si estas políticas pueden restaurar la confianza pública, que sigue siendo frágil. Una recuperación sostenida requerirá no sólo la intervención continuada del Gobierno, sino también un cambio en la confianza de los consumidores y las empresas, que puede tardar más en materializarse de lo previsto.
John Plassard
Especialista en Inversiones en Mirabaud Group