Perspectivas M&A en 2025

27 de febrero de 2025

Isabel Giménez Zuriaga. Directora general. Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

En el mes de marzo en la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros solemos organizar un Observatorio de M&A, y además, este año realizaremos un encuentro para analizar inversiones alternativas e inversión de impacto en la Comunidad Valenciana de la mano de grandes expertos. En este contexto conviene echar la vista atrás para hacer un balance de las operaciones corporativas en 2024, así como de los principales retos a los que se enfrentaran en 2025 a escala internacional.

En 2024, el mercado internacional de las fusiones y adquisiciones no tuvo la subida que algunos operadores vaticinaron. Aunque mejoraron los resultados (sobre todo en algunas regiones) el volumen global de operaciones se ha visto frenado por presiones externas, afectando a las rentabilidades con un 12% de crecimiento hasta 3.400 billones de $ americanos.

Los retos a los que se enfrentan los operadores han ido evolucionando, algunos han desaparecido, y otros han emergido, con significativo viento de cola, anticipando un posible cambio de ciclo con mejores rentabilidades en 2025.

A simple vista, parece difícil permanecer optimista tras el comportamiento de las operaciones de M&A durante los 3 últimos años. Buena parte de la dinámica que permaneció bloqueada, incluyendo 2024 está cambiando. Si este patrón continúa, los mercados podrían sufrir una metamorfosis, sobre todo en el segundo semestre de 2025.

Pero para ello deberán superar la incertidumbre y el ruido de fondo: la geopolítica, la guerra comercial y la inflación. Tomando como referencia la historia, la lógica debería prevalecer.

No todos los operadores se van a ver beneficiados por igual. Por regiones y sectores, las fuerzas del mercado actuarán de forma diferente.  Hay operadores que ya se están preparando para la fragmentación del mercado, y considerando operaciones en dos frentes: los grandes ganadores, y todos los demás.

Además de beneficiarse de determinadas ventajas geográficas o sectoriales, los ganadores serán los que dispongan de visión estratégica y un conocimiento claro de los roles de las transacciones y el crecimiento orgánico, así como las capacidades internas necesarias para realizar operaciones de integración en todas las fases del proceso: búsqueda, due diligence, captura de sinergias y racionalización de la cartera.

En primer lugar, las condiciones macroeconómicas son más favorables que en años anteriores. En una base global, las economías han mostrado resiliencia. La tan cacareada recesión no se materializó, las tasas de desempleo siguen controladas, el coste del capital se ha reducido con las rebajas de tipos de interés, y las valoraciones se han normalizado, incluso en regiones como Estados Unidos, que supone un 60% de la capitalización mundial, y con el S&P cerrando 2024 con una subida del 23% con 57 máximos históricos.

Las empresas tienen balances sólidos y fuertes posiciones en tesorería, con una fuerte demanda reprimida de crecimiento y apetito inversor. Numerosas empresas que durante la pandemia materializaron operaciones de crecimiento orgánico ahora buscan nuevas vías de ganar tamaño, y tienen razones estratégicas y estructurales para hacerlo.

Pensemos, por ejemplo, en el sector bancario, científico, energías extractivas, tecnología…. Todas ellas empresas que necesitan ajustar sus carteras para capturar innovaciones y nuevas capacidades como fuente esencial de crecimiento. En otros sectores, las empresas buscan operaciones para consolidar plataformas líderes que les ayuden a competir conforme aumente la demanda. Y siempre, los operadores que lideran las operaciones de M&A lo hacen incorporando pequeñas y medianas empresas como parte de su estrategia de crecimiento. Su expertise les permite superar los resultados de los competidores y lograr TSR del 2,3% anual. Este enfoque, que incluye desinversiones en sectores no estratégicos, les hace obtener muy buenos resultados con bajo riesgo.

Además de ello, tras un 2024 muy electoral, en el que cambiaron los gobiernos en muchos países, lo más habitual es que haya cambios regulatorios y novedades fiscales que afecten a numerosos sectores, agitando el avispero de las operaciones corporativas.

Por ejemplo, en Estados Unidos se espera un fuerte viento a favor de las energías extractivas y en contra de las energías renovables. El sector financiero también vera como se flexibiliza su normativa de requisitos de capital, protección al consumidor, y prevención del blanqueo de capitales.

Las elecciones europeas han inclinado hacia la derecha al Parlamento Europeo, pudiendo racionalizar la abigarrada normativa de sostenibilidad. El Informe Draghi (competitividad, innovación) y el Informe Letta (mercado único) han mostrado el camino, pero ahora deben ejecutarse sus recomendaciones, y no somos un continente ágil. El reto es mayúsculo.

En los países emergentes, los cambios políticos y las alianzas internacionales están mostrando oportunidades. China, por ejemplo, contempla India como un competidor creciente para las empresas occidentales que quieran reducir el riesgo de su cadena de producción mediante inversiones directas o fusiones.

Todo ello supone un fuerte incentivo que afectará a futuras estrategias e inversiones, haciendo que las transacciones sean una herramienta crítica para adaptarse rápidamente a los nuevos requerimientos.

Uno de los elementos clave para el M&A en 2025 será el private equity (PE). Los inversores financieros, que históricamente fueron un impulso potente para las fusiones, suponen un gran incentivo para levantar a las operaciones corporativas de su reciente letargo. La pólvora seca ha alcanzado grandes niveles (hay estimaciones de 2.000 billones de $ a escala global). Entretanto, los exits han mostrado a los inversores RoIsvintages, contra todo pronóstico. En 2024 el periodo medio de maduración en carteras de PE fue de 8,5 años, más del doble de los 4,1 años de 2007, afectando a la curva J.

Aunque las operaciones con sponsor de Private Equity han cobrado un menor protagonismo en el M&A, con mayor margen en el futuro. Si tomamos como ejemplo la economía norteamericana, supusieron un 22% de las operaciones, por debajo del 28% de 2021. En EMEA, supusieron un 29% por debajo del 32% de 2021. Y En APAC un 16%, por debajo del 21% de 2021.

Por su parte, el sector de fondos privados está recuperándose. En Estados unidos, los activos gestionados por fondos privados crecieron un 34% entre 2022 y 2023 (hasta 28.000 billones $), con un incremento del 60% de estos instrumentos.

2024 fue un ejercicio en el que la precaución afectó a las operaciones corporativas. Los mega deals de más de 10 billones de $ americanos cayeron un 6%, y el tamaño medio de las operaciones pasó a ser de 18.400 millones $. La contribución de los mega deals a la actividad cayó hasta el 19%, muy por debajo de los niveles de la pandemia. Las operaciones medias (entre 1 y 10 billones de $ americanos) fueron las más populares, concentrando el 46% de la actividad global, por encima del 41% de 2023.

Los operadores de M&A participaron en el 78% de las operaciones, atraídos por los bajos tipos de interés, valoraciones moderadas y apetito inversor por los retornos del capital. Los sectores mas atractivos siguieron siendo los de los años previos: energía y materiales, tecnología, medios y telecomunicaciones, así como servicios financieros, reuniendo entre todos el 60% del valor de las compañías que cambiaron de manos.

Por supuesto, los retos mencionados previamente continuarán en 2025. La mayoría de las turbulencias financieras no serán derivadas de la macroeconomía ni de la estrategia, sino del factor humano. La inestabilidad geopolítica, los cambios en la política comercial,  las decisiones de bancos centrales y el escrutinio regulatorio afectarán a la evolución de los mercados financieros, el crecimiento económico, y la generación de empleo. Necesitamos líderes políticos a la altura de las circunstancias… y menos ruido.

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