La gestión de recursos humanos se muestra como elemento clave para la competitividad de las empresas. En los próximos años, la competitividad va a estar directamente relacionada con la capacidad que tengan las organizaciones para atraer y retener talento, así como su habilidad para aprovechar las nuevas tecnologías para alcanzar estos objetivos.
Esta necesidad se debe a que en el escenario económico actual, las personas son el principal activo de las empresas, siendo un importante elemento diferencial para el desarrollo y ejecución de las estrategias de la misma.
Ante esta situación, nos debemos plantear: ¿Qué habilidades debemos potenciar y qué queremos a cambio?, o dicho de otro modo, ¿cuáles serán las habilidades más demandadas en los próximos años, y qué es lo que atraerá y retendrá a los empleados con estas habilidades?.
En cuanto a los principales motivos de atracción de talento, según un informe de Hay Group y APD en España, ya no es tanto la retribución económica la principal prioridad como antes lo era (7%), sino que éstos le dan más importancia al desarrollo profesional (20%), al liderazgo en el sector (14%) y a la innovación (13%). De este modo, teniendo en cuenta estos datos, y dentro del desarrollo profesional, la formación es un elemento clave, factor que lo hace diferente a otros elementos (como por ejemplo el económico). Es decir, con la formación gana tanto la empresa como la persona: la persona se desarrolla profesionalmente y la organización cuenta con un personal más formado y, por tanto, más eficiente y eficaz. Pero, tanto la empresa como el empleado deben esforzarse por mantener y desarrollar esta ventaja competitiva para conseguir una sinergia y un crecimiento común.
Para tratar con más profundidad estas habilidades, habría que mencionar el concepto de «yacimiento de empleo», centrándonos en aquellos sectores que ofrecen actualmente, y que ofrecerán, sobre todo, en el futuro, grandes posibilidades de empleo. La mayoría de estos yacimientos encierran una inmensa oferta de puestos de trabajo sin cubrir. Así, los constantes cambios de la sociedad moderna (sobre todo, los relacionados con la aplicación de las nuevas tecnologías y con la aparición de nuevos hábitos sociales) están provocando el afloramiento de nuevas profesiones. Estos nuevos hábitos sociales, muchos de ellos vinculados a la incorporación generalizada de la mujer al mercado de trabajo y a la nueva valoración del tiempo de ocio, se pueden satisfacer creando actividades económicas que provean los servicios necesarios. Además, estas actividades tienen la importante característica de ser intensivas en empleo y, por tanto, su desarrollo tendrá un efecto directo sobre la creación de puestos de trabajo.
El estudio más reciente realizado sobre este tema es el Informe ?Yacimientos de Empleo y Habilidades. Horizonte 2006?, – elaborado por Círculo de Progreso con la colaboración de Caja Madrid-, en el que se descubren nuevas oportunidades para acceder al mercado. El informe destaca que el cambio en el mercado laboral es una realidad, y los nuevos yacimientos de empleo avanzan, a corto plazo, hacia las nuevas tecnologías y los servicios sociales como la atención geriátrica, los servicios a empresas, la prevención de riesgos y el ocio, siendo éstos los principales yacimientos de empleo que se imponen en el mercado laboral. Pero para que dicho cambio se realice serán necesarias determinadas habilidades.
En este sentido, y con la constante transformación del mercado de trabajo, algunos conocimientos o habilidades altamente valorados hace sólo unos años, son considerados ahora irrelevantes. En el citado estudio se detallan cuáles van a transformar la demanda de empleo en España en los próximos años, identificándose once habilidades fundamentales agrupadas en cuatro categorías:
– Conocimientos especializados: conocimientos de lengua extranjera y conocimientos de informática.
– Habilidades relacionales: capacidad de convicción, capacidad de venta y red de contactos.
– Habilidades organizativas: liderazgo, innovación y dirección de equipos.
– Habilidades Automotivacionales: tolerancia a la tensión, gestión del tiempo y ética profesional.
Las categorías con mayor peso son las habilidades organizativas y las relacionales, destacando que el trabajo en equipo va a ser la forma y la capacidad que va a imperar en el futuro y estando, por tanto, muy valorada la dirección de equipos y el liderazgo. Por el contrario, las habilidades que automotivan, como la ética profesional, no parecen tan relevantes.
Del citado estudio, se desprende que las más demandadas son, por este orden, las siguientes: los conocimientos de idiomas, la red de contactos, los conocimientos de informática y el liderazgo, siendo éstas la clave del éxito. Sin embargo, resulta sorprendente que las menos demandadas sean la tolerancia a la tensión y la gestión adecuada del tiempo.
En definitiva, es la ley de la oferta y la demanda y, por ello, hay que adaptarse a los cambios que se planteen. Así pues, las empresas necesitan atraer y retener talentos para ser más competitivas en un entorno global, demandando personas cualificadas con diferentes capacidades para cada perfil, y sabiendo que el mercado laboral está cambiando y creando ?yacimientos de empleo?, surgiendo, como consecuencia, una demanda de habilidades diferente a la actual para la que hay que prepararse.
Lucía Ballester Cañizares
Responsable de Formación/Proyectos
Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros
lballester@febf.org