Oro viene del latín Aurum,, según la Real Academia de la Lengua Española se define como: “Elemento químico de núm. atóm. 79. Metal escaso en la corteza terrestre, que se encuentra nativo y muy disperso. De color amarillo brillante e inalterable por casi todos los reactivos químicos, es el más dúctil y maleable de los metales, muy buen conductor del calor y la electricidad y uno de los más pesados. Se usa como metal precioso en joyería y en la fabricación de monedas y, aleado con platino o paladio, en odontología”.
Tradicionalmente se ha considerado a este metal de color amarillo brillante como un valor refugio sobre todo en épocas de guerras, de crisis económicas o en situaciones de incertidumbre de los mercados, quizás porque el oro se demanda por su propio valor, o por que históricamente era el metal utilizado para acuñar monedas y utilizado por los gobiernos como activo de reserva.
Parece que la fiebre del oro ha vuelto, no en forma de búsqueda masiva en los arroyos y lechos de los ríos usando las técnicas de cribado como lo hacían en el siglo XIX los buscadores de oro, llegados de todos los rincones del mundo a EEUU en busca de fortuna, si no en forma de inversión, como un activo alternativo en un entorno más bien de incertidumbre y desconfianza creado principalmente por la Crisis Financiera global.
En el mercado, este metal cotiza en onzas valoradas en dólares, una onza equivale a 31,10 gramos de oro. Normalmente su precio aumenta cuando el entorno macroeconómico es negativo, cuando la inflación está desbocada o hay expectativas negativas de subidas continuadas o, cuando hay graves conflictos políticos. Además no hay que olvidar que el precio de un activo, depende de la oferta y la demanda que exista sobre él.
A lo hora de invertir en esta materia prima, o en cualquier otro activo, deberíamos plantearnos que tipo de inversor somos, cuál es nuestro perfil de riesgo y a que plazo queremos realizar la inversión. Y siempre valorar el binomio rentabilidad-riesgo.
Invertir en oro tiene, como cualquier inversión, ventajas e inconvenientes. Entre sus inconvenientes, hay que saber que una inversión de este tipo no produce una corriente de beneficios periódica, como podría ser el caso de las acciones donde la empresa premia a sus accionistas repartiendo parte de sus beneficios en forma de dividendos. Además es un activo muy volátil, es decir puede sufrir fuertes fluctuaciones en el precio.
Otro inconveniente con el que nos podemos encontrar, es cómo adquirirlo, se puede comprar el metal físicamente o a través de algún producto financiero que este ligado o vinculado a su evolución, por tanto, dependiendo de cómo se compre, tendríamos un coste de mantenimiento, de depósito o almacenamiento que repercutirán en su rentabilidad.
En este sentido existen diversas posibilidades a la hora de comprar esta materia prima o hacer una inversión ligada a su evolución:
• Compra de oro en lingotes o monedas con la ventaja de que su venta es ágil y exenta de comisiones; y el inconveniente del almacenamiento. En este caso, estaríamos comprando literalmente oro.
• A través de Certificados de depósito que garantizan su propiedad aunque no se posea físicamente o certificados emitidos por bancos especializados. En este caso no tendríamos el inconveniente de mantenimiento y custodia.
• Compra de acciones de una sociedad minera, es decir de empresas dedicadas a la extracción o tratamiento de oro, en este caso estaríamos comprando un producto ligado al oro. Aquí el inconveniente seria que al ser acciones cotizadas estarían sometidas a las fluctuaciones del mercado y no seguirán directamente la trayectoria del precio del metal, aunque el precio del oro subiera, las acciones podrían sufrir caídas bursátiles.
• Fondo de inversión, invirtiendo en acciones de empresas dedicadas a la extracción de esta materia prima.
• Productos derivados como los Futuros sobre el oro.
• O, por último, comprando ETF o Fondos Cotizados sobre oro, producto híbrido con forma jurídica de fondo y operativa de acción, estos Fondos cotizados replican la evolución del oro, por tanto a efectos operativos es como si compráramos directamente el metal.
En un entorno como el actual, donde los datos macroeconómicos son más bien malos, y no existe una inflación disparada, la debilidad del dólar es clave en la escalda a máximos que está sufriendo esta materia prima, durante los últimos meses. El oro llegó a tocar los 1.226,10 dólares/onza a principios del mes de diciembre, acumulando una revalorización de aproximadamente el 40% desde comienzos de 2008.
No debemos dejarnos llevar por la fiebre del oro y, tener en cuenta que a pesar de su adjetivo o coletilla de refugio, este término no es sinónimo de seguro o exento de riesgo. Y a pesar de que su apreciación o depreciación no está influida por el comportamiento de determinados índices bursátiles u otros productos, es una materia prima muy volátil y su precio está sometido a la oferta y la demanda del mercado. Por tanto es una inversión y como tal, debemos conocer sus características y valorar el binomio rentabilidad–riesgo.