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No me gusta

El demandado botón de “No me gusta” por los usuarios de Facebook, parece que se ha trasladado a los inversores. El salto al parqué de la empresa creada por Marc Zuckerberg ha pasado de la euforia inicial al desconcierto posterior. La sobreestimación de la demanda y el elevado precio de salida de las acciones, son algunos de los motivos que han llevado a la decepción de sus cotizaciones. Sin embargo, todavía es pronto para hablar de fracaso.

La cautela en los inversores es lógica, más teniendo en cuenta la coyuntura actual y el temor a otra burbuja tecnológica. Hace un año las redes sociales causaban euforia en los mercados, pero la situación ha cambiado. Existe mucha competencia y tienen que demostrar la rentabilidad de su modelo de negocio. Convertir a los usuarios en clientes no parece tarea fácil y convencer a los inversores tampoco. Para ello, Zuckerberg ha anunciado que no venderá acciones de la compañía en los próximos doce meses, un anuncio que coincidía con la caída en picado de la cotización. Una estrategia que pretende recuperar la confianza y reducir la cantidad de acciones disponibles en el mercado para estabilizar los precios.

Por otro lado, la estrella de las redes sociales, con más de 900 millones de usuarios, sigue trabajando en mejorar sus herramientas y sumar fuerzas con nuevas alianzas. De hecho, esta semana se anunciaba que Instagram, (red social de fotografía), ya es propiedad de Facebook, finalizando el proceso de adquisición.

Lo cierto es que Facebook fue valorada en un principio por más de 100.000 millones de dólares, lo que multiplicaba por 100 sus beneficios anuales, un sobredimensionamiento difícil de sostener en un momento delicado como el presente. Habrá que dar tiempo a la compañía para que regularice y estabilice su valoración, pero no por ello hay que demonizar la inversión en todas las tecnológicas.

En un entorno en el que día a día nacen nuevas plataformas de relación virtual, estas empresas con la salida a bolsa buscan valorizarse para expandir sus negocios, desarrollar nuevos servicios y plataformas, pero también reforzar su respetabilidad e imagen de seguridad, ganando fuerza frente a sus competidores.

Sin embargo, la evolución de este tipo de compañías en Bolsa es dispar. Por ello, a la hora de invertir, habrá que analizar entre otros factores: la procedencia de los ingresos, el crecimiento, o generación de cash-flow futuro. Además interesaría saber el porcentaje de acciones en el mercado (free-float) y capitalización bursátil, así como quiénes de sus accionistas originales se quedan desde la salida a bolsa o recogen beneficios. De ahí la importancia del anuncio de Zuckerberg de no vender sus acciones en los próximos 12 meses.

Hay vida social y bolsa más allá de Facebook. LinkedIn (plataforma especializada en contactos profesionales), Renren (especie de versión china de Facebook), Sina Weibo (similar a un Twitter asiático), son algunas de ellas. Habrá que estudiar los riesgos de invertir en cada una de ellas y decidir si “Me gusta’ o ‘No me gusta’ según empresa y no sector.

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