Escasa disponibilidad de las líneas de crédito, alto nivel de morosidad, retrasos en cobros, fuerte presión de los proveedores para reducir plazos, y baja capacidad de negociación con entidades son, junto a la disminución temporal de la demanda, algunos de los principales problemas a los que se enfrentan día a día las empresas. En caso de una mala gestión y control, estas prácticas pueden llevar, en circunstancias extremas, a la quiebra de una compañía. De hecho, según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística, las empresas que se declararon en concurso de acreedores (suspensión de pagos y quiebras) ascendieron a 2.026 en el segundo trimestre de 2012, cifra un 36,2% superior a la del mismo periodo de 2011, y la más alta desde 2008.
La crisis está siendo implacable y la erosión de la capacidad de pago de empresas es cada vez más preocupante. No obstante, entre los principales motivos de quiebra, según las estadísticas del INE, además de la reducción de la demanda, encontramos una mala adaptación del dirigente, una estrategia inadecuada y una formación técnica insuficiente. Unos hechos que hacen que las figuras del Controller y Tesorero cada vez cobren más relevancia y peso específico dentro de las compañías. Según un informe de la consultora Russell Bedford, el 90% de las sociedades podrían haber evitado la declaración de insolvencia si hubieran llevado sus cuentas al día para actuar antes de que fuera demasiado tarde.
Si bien antes se miraba principalmente el resultado de las empresas (beneficio operativo y neto) como indicador de la gestión, cada vez cobra más importancia tener un mayor control de los flujos de caja (cash flow libre, ebitda), y la realización de informes de liquidez que calculen las desviaciones mensuales. Es decir, comparar lo real con lo planeado periódicamente.
En definitiva, es necesario un mayor control que asegure la consecución de los objetivos y estrategias formuladas en la fase de planificación. Fijar objetivos y estándares, realizar programas de acción, medir los resultados, analizar las desviaciones y corrección de las acciones o ejecución de mejoras, son algunas de las principales tareas a desempeñar en el Control de Gestión. Todo ello, unido a una estrategia de cambio que contemple, tanto los factores internos como externos de la compañía, hará que la sociedad sea más eficaz en el corto plazo y, por tanto, competitiva en el largo.
Atendiendo a la demanda de profesionales adaptados a las nuevas necesidades de control, la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros ha presentado un nuevo postgrado de “Planificación, Controller y Tesorería”, que pretende cubrir las necesidades formativas específicas de los departamentos financieros de las empresas. Según un proverbio Kikuyu, si hay tormenta, habrá arco iris. Sin embargo, si la tempestad te pilla preparado y a cubierto, podrás continuar navegando frente a las adversidades.