En la finalización del año natural todo invita a hacer balance del mismo. Los medios de comunicación, generalistas y especializados, realizan resúmenes de los hechos principales ocurridos en los ámbitos colectivos político, social, económico ,deportivo o de otra índole y, con ayuda de expertos en las distintas materias, intentan adivinar lo que nos va a traer el nuevo año.
También parece momento adecuado para reflexionar sobre nuestro ámbito privado y al efecto, las prácticas comerciales intentan conectar con los buenos propósitos, casi nunca cumplidos, del aprendizaje de un idioma, llevar una dieta sana y, como no, apuntarse a un gimnasio.
Por otra parte parece que las dificultades de todo tipo que nos está tocando vivir individual y colectivamente, invitan al desánimo y a practicar modelos de actuación de corto alcance, de mera supervivencia, de invernar en espera de tiempos mejores.
Pero aún reconociendo que llevamos demasiados años de caída, y que no parece que el nuevo año nos vaya a traer muchas alegrías en nuestra vida real, no deberíamos dejar pasar la ocasión del cambio de año para establecer objetivos de mejora en nuestra vida personal y profesional o de simple ciudadano.
Porque es en este momento de crisis, globalidad, cambio permanente, enorme competitividad y falta de recursos, no debemos esperar que una circunstancia milagrosa nos saque del apuro, sino más bien, utilizar toda nuestra energía individual y colectiva para poner en marcha una pequeña mejora, sin realizar cambios traumáticos.
Esta estrategia de mejora continua no es otra técnica de autoayuda, es un concepto que conocido como Kaizen fue la clave del éxito competitivo japonés en la segunda mitad del siglo pasado y que ha intentado ser imitado con mucho retraso y poco éxito, por muchas organizaciones occidentales.
No se trata de cambiarlo todo, más bien partir de las buenas prácticas del pasado para, con espíritu crítico, introducirnos en una cultura personal y profesional que nos permita poco a poco, sin pausa pero sin prisa, conseguir los más ambiciosos objetivos.
Es evidente que pasar del conocido “siempre se ha hecho así” a introducirnos en una cultura Kaizen, no es un tarea fácil, pero debemos descartar las teorías que asocian la mejora continua a factores culturales orientales, porque estas prácticas han sido y son empleadas con éxito en otros entornos y culturas.
Por otra parte, la mejora continua es un elemento fundamental para, desde la dirección coherente, lograr el compromiso y cohesión de plantillas con sistemas de funcionamiento superados que precisan para sobrevivir transformarse en organizaciones de aprendizaje y mejora.
Es el momento del reto….el año 2014 ha comenzado, es momento de dejar de dar pasos adelante y atrás para, avanzar pasito a pasito, sin pausa pero sin límite en la búsqueda de modelos de funcionamiento altamente competitivos que aseguren nuestro futuro personal y el de nuestras organizaciones.