Primero educación y después, financiera

POR JAVIER RUPÉREZ (publicado en diario ABC 28/09/2025)

No puede haber una ‘economía de la libertad’ sin educación y sin conocimientos financieros

La educación financiera hace autónomas a las personas al proporcionarles capacidad para tomar sus propias decisiones y, sin duda, ayuda a comprender los riesgos asociados con el endeudamiento y a utilizar el crédito de manera responsable. Al tomar decisiones más sólidas, es menos probable que se endeuden más allá de su capacidad de pago.

A lo largo de la vida nos hacemos preguntas como: ¿me compensa comprar una vivienda o seguir de alquiler?, ¿necesito ahorrar para la jubilación?, ¿cuánto tengo que invertir para un futuro tranquilo?, ¿qué debo valorar en el crédito que me ofrece el banco? A la vista de los datos no parece que estemos altamente capacitados para responder a esas preguntas de manera razonable. Según Eurostat, aunque el 65 por ciento comprende el impacto de la inflación y sus consecuencias en el poder adquisitivo (¿no debería ser el cien por cien de la población?), solo el 45 por ciento entiende el interés compuesto, a pesar de su importancia para administrar las finanzas personales y lograr objetivos de ahorro a largo plazo. Y sólo una cuarta parte tiene un producto de in versión para rentabilizar el ahorro. La tecnología y la globalización han he cho más complejas las finanzas y no estar al día aumenta la desigualdad.

Esto ya ocurre en el ámbito educativo. La OCDE constata que en España el 32 por ciento de las personas de 25 a 64 años tiene comprensión lectora igual o inferior al nivel 1 de 5, frente al 27 por ciento de la media del resto de países, según los datos del Programa para la Evaluación Internacional de Competencias de la Población Adulta. Esto significa que se trata de personas que solo entienden textos cortos y sencillos. Este déficit está vinculado al 35 por ciento que no alcanza el Bachillerato, más del doble que en la UE. Entre los jóvenes, el 24 por ciento se queda en la ESO, también el doble que la media.

España combina muchos universitarios y másteres con pocos alumnos en niveles intermedios y demasiados que dejan las aulas a los 16 años, lo que supone un alto riesgo de paro y exclusión. Ante estas carencias, la mejora de la educación académica debería ser prioritaria. Con una base tan débil, no extraña que, según Funcas, el 31 por ciento de los hogares con ingresos bajos declare no tener cultura financiera, frente al 25 por ciento en los que superan los 2.000 euros. Incluso en rentas altas, muchos se sienten poco capacitados. Además, un 35 por ciento no sabe qué son las Letras del Teso ro; un 28 desconoce las criptomonedas; un 23, los fondos de inversión, y un 20, los depósitos. Solo los planes de pensiones son conocidos mayoritariamente. A mayor nivel de estudios y renta, menor desconocimiento.

No obstante, hay que diferenciar entre conocimiento y hábito financie ro. El primero debería enseñarse des de Primaria, con asignaturas obligatorias y un fuerte componente práctico que se adapten hasta la Universidad. No basta con enseñar Economía: hace falta que una asigna tura de finanzas personales se incorpore en los programas académicos. Mientras tanto, son los padres quienes deben transmitir conocimiento y hábitos. A este respecto hay una serie de prácticas muy útiles: hablar de dinero desde la infancia para que los niños entiendan que no es infinito, que procede del trabajo y sirve, sobre todo, para pagar lo importante. Se suele evitar este tema, pero conviene tratarlo con naturalidad desde la infancia para que no sea un tabú.

También se debería fomentar el ahorro, uno de los hábitos más fáciles de introducir a cortas edades. Una hucha ayuda a fijar objetivos y motiva a gestionar dinero propio, entendiendo el esfuerzo que implica con seguir lo que se desea. También es útil darles una paga, incluso vinculada a tareas domésticas, para unir la cultura del ahorro con el esfuerzo. Final mente, conviene hacerles partícipes de las finanzas domésticas: acompañar al banco o al cajero, o enseñarles a ser consumidores responsables al hacer la compra, distinguiendo lo necesario de lo superfluo, entendiendo precios, descuentos y ofertas.

En definitiva, no puede haber una ‘economía de la libertad’ sin educación y sin conocimientos financieros. Es una responsabilidad colectiva, pero sobre todo individual. Empecemos por esta última, que está más a mano

JAVIER RUPÉREZ

ES PRESIDENTE DE LA PLATAFORMA DENARIA