Tribuna Especial 35 Aniversario FEBF

La educación financiera temprana como palanca de crecimiento en la Comunidad Valenciana

Juan Pérez Reig. Profesor y Alumni FEBF

Director MAPFRE GESTIÓN PATRIMONIAL Alicante

La economía valenciana, dinámica y abierta al exterior, afronta en la actualidad un doble reto: mantener su competitividad en un entorno global complejo y, al mismo tiempo, garantizar que las nuevas generaciones dispongan de las herramientas necesarias para desenvolverse con criterio en un mundo cada vez más financiero. En este contexto, la inclusión de la educación financiera en las etapas de primaria y secundaria deja de ser una opción deseable para convertirse en una necesidad estratégica.

Una competencia básica del siglo XXI

Hablar de finanzas en edades tempranas no implica formar a niños inversores, sino dotarles de competencias esenciales para la vida diaria: elaborar un presupuesto, comprender la diferencia entre ahorro y gasto, valorar el esfuerzo detrás de un ingreso o entender conceptos como crédito, interés o inflación. En un mundo donde las decisiones financieras condicionan desde la compra de una vivienda hasta la jubilación, no incluir estas enseñanzas en la educación básica supone condenar a los futuros ciudadanos a gestionar su patrimonio desde la intuición, y no desde el conocimiento.

Organismos internacionales como la OCDE insisten en que la educación financiera temprana mejora la capacidad de los jóvenes para planificar, reduce los niveles de sobreendeudamiento en la edad adulta y fomenta hábitos de ahorro que repercuten positivamente en la estabilidad macroeconómica de los países.

Impacto directo en la economía valenciana

La Comunidad Valenciana concentra un tejido empresarial diverso —industria, turismo, agroalimentación, servicios— y un volumen de pymes que representa más del 95% de sus empresas. Para que este tejido siga siendo competitivo, necesita consumidores e inversores informados, capaces de valorar riesgos y de canalizar el ahorro hacia proyectos productivos locales.

Si formamos a los escolares en finanzas:

• Los hogares valencianos gestionarán mejor su renta disponible, reduciendo la dependencia del crédito de consumo y aumentando la capacidad de ahorro.

• Los jóvenes emprendedores tendrán mayor criterio para valorar la viabilidad de un proyecto y para acceder a fuentes de financiación alternativas, desde el capital riesgo hasta la financiación colectiva.

• El sistema financiero regional, en particular las cooperativas de crédito y entidades de proximidad, contará con clientes más formados, lo que se traduce en relaciones más sólidas y en una menor morosidad.

De este modo, la educación financiera se convierte en un círculo virtuoso: ciudadanos más preparados generan empresas más resilientes, que a su vez consolidan empleo y riqueza en la región.

Un refuerzo al espíritu emprendedor

Valencia aspira a consolidarse como hub mediterráneo de innovación y emprendimiento. Sin embargo, cualquier ecosistema emprendedor requiere de individuos capaces de manejar conceptos como inversión inicial, flujo de caja o retorno esperado. Introducir la educación financiera en las escuelas de primaria y secundaria es sembrar en los futuros emprendedores la semilla del rigor en la toma de decisiones.

No se trata de fomentar una visión cortoplacista de la rentabilidad, sino de educar en la cultura de la planificación, el riesgo calculado y la sostenibilidad económica. Una generación formada en finanzas tendrá mayor facilidad para impulsar proyectos empresariales sólidos, internacionales y competitivos, lo que fortalecerá el posicionamiento de la Comunidad Valenciana en la economía global.

La dimensión social: inclusión y equidad

La educación financiera también tiene un marcado componente social. Enseñar finanzas desde la infancia contribuye a reducir la brecha de desigualdad, ya que dota a todos los alumnos —independientemente de su origen— de un conocimiento práctico aplicable a su vida diaria. La capacidad de gestionar recursos personales con criterio es, en sí misma, una herramienta de inclusión.

En un territorio con importantes diferencias de renta entre comarcas, esta formación permitiría reducir vulnerabilidades y fomentar una ciudadanía más autónoma y resiliente frente a los ciclos económicos.

Conclusión: invertir en conocimiento, invertir en futuro

La Bolsa de Valencia y la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros han desempeñado un papel clave en la formación avanzada de profesionales y directivos. El siguiente paso, sin embargo, exige mirar a las generaciones más jóvenes. Invertir en educación financiera en primaria y secundaria no es solo una apuesta pedagógica: es una decisión estratégica para el futuro de la Comunidad Valenciana.

Cada euro invertido en alfabetización financiera de los escolares se traduce en ciudadanos más responsables, empresas más sólidas y una economía regional más competitiva y sostenible. Como profesores, profesionales y ciudadanos, tenemos la responsabilidad de impulsar este cambio: porque preparar a nuestros jóvenes para gestionar su patrimonio es, en definitiva, preparar a la Comunidad Valenciana para gestionar su futuro.