Intervención de la Honorable Consellera de Hacienda y Economía, Ruth Merino
València, 24 de septiembre de 2025 a las 18h
Palau Boïl d’Arenós. C/Libreros, 2
Buenas tardes a todas y a todos;
Es un privilegio acompañaros en este acto de apertura, y clausura, del curso académico de posgrado de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros, como consellera de Hacienda y Economía, pero también como presidenta del Consejo Permanente de la Fundación.
En estas primeras palabras expresar mi agradecimiento, como hago siempre que tengo oportunidad, a quienes hacen posible este espacio:
a Isabel Giménez, directora general de la Fundación;
a Sagrario Fernández, General Counsel de HBX Group, por la -seguro- brillante Lección de Clausura que compartirá hoy con nosotros;
a Lourdes Soriano, directora general del Consejo Regional de Cámaras de la Comunitat Valenciana;
y, por supuesto, a los directores académicos de los programas de posgrado, así como a los patronos y socios que con su apoyo y su dedicación constante hacen posible que la Fundación cumpla sus objetivos.
Pero si este acto tiene verdaderos protagonistas, sois vosotros, los alumnos.
Para quienes hoy recibís vuestro diploma, este título simboliza no solo conocimiento adquirido, sino también compromiso con vuestra profesión a través de la formación.
Y para quienes os incorporáis, quiero que sepáis que la Fundación es el punto de partida de un proceso de aprendizaje que os exigirá constancia, pero que también os brindará la oportunidad de crecer y de contribuir activamente al futuro de nuestra economía.
Ese es, precisamente, el sentido de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros: no acumular, sin más, promociones en sus aulas, sino proyectar hacia la sociedad personas preparadas para impulsar el progreso.
Durante más de 35 años, la Fundación ha transferido conocimiento, con rigor, y con cada nueva generación de titulados cultiva también futuro:
- futuro para la economía valenciana,
- futuro para nuestras empresas y mercados financieros
- Y futuro para una sociedad que necesita, más que nunca, profesionales responsables y con visión global.
Y mirad, ese mismo objetivo compartimos desde la Generalitat: garantizar que ese talento y ese conocimiento encuentren un terreno fértil donde desarrollarse. ¿Y cómo? Poniendo las condiciones para que todo joven que quiera quedarse en esta Comunitat y tener un futuro aquí, encuentre la oportunidad que busca.
Y bajo este propósito, desde el Consell os aseguro que estamos actuando en todo lo que está en nuestra mano y en los ámbitos donde tenemos capacidad directa.
Un buen reflejo de ello es, por un lado, la simplificación de los procedimientos burocráticos y administrativos que hasta ahora dificultan la actividad económica;
y, por otro, las medidas fiscales como la reducción en un 50% del Impuesto de Actos Jurídicos Documentados en los proyectos estratégicos de interés autonómico, la bajada del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales del 10% al 9%, o el incremento del mínimo exento del Impuesto de Patrimonio.
Pero también la creación de una Dirección General específica para atraer proyectos estratégicos, de esos que crean empleo cualificado y de calidad.
O el encomiable trabajo del Instituto Valenciano de Finanzas.
Son ejemplos de acciones encaminadas a dinamizar la economía, reforzar la seguridad jurídica, generar confianza entre los inversores y permitir que nuestro tejido productivo despliegue todo su potencial.
En definitiva, estamos tratando, y consiguiendo, ser aliados de las empresas, y no impedimentos.
¿Y por qué subrayo esto? Porque la administración, aunque no opere directamente en los mercados bursátiles, sí desempeña un papel relevante:
La administración puede estimular el canal del ahorro hacia la inversión, reducir las trabas que frenan el crecimiento empresarial y favorecer que las compañías alcancen la dimensión necesaria para acceder a los mercados de capitales.
En suma, tenemos capacidad para crear un entorno más favorable para que nuestras empresas encuentren oportunidades de financiación y, al mismo tiempo, refuercen la solidez de los propios mercados.
Y esto es fundamental, porque ese esfuerzo no solo ayuda a cada empresa por separado, sino que también impulsa mercados como el antiguo Mercado Alternativo Bursátil —hoy BME Growth—, creados para que las pymes, que son el corazón de nuestra economía, puedan financiarse, innovar y crecer.
Y cuanto más dinámicos y accesibles sean estos mercados, más fuerte y competitiva será nuestra economía.
Mirad, cuando hablamos de todo esto, me gusta insistir en lo que creo que es el denominador común: la confianza. Porque los mercados se sostienen sobre ella, y se construyen con decisiones públicas acertadas y, sobre todo, con el talento y la preparación de personas como vosotros.
Y precisamente ahí aparece nuestra mayor paradoja: aunque estamos avanzando en esa confianza —y los datos lo demuestran—, la Generalitat Valenciana todavía no puede acudir a los mercados a financiarse.
Y sabemos lo que supondría: autonomía financiera, credibilidad, capacidad para diversificar nuestra deuda y reforzar nuestra solvencia como institución. Por eso duele tanto que esa puerta, que para las empresas significa crecimiento y fortaleza, siga cerrada para nosotros.
Y lo más grave es que la causa no está en cómo hemos administrado nuestros recursos.
La razón es otra, y mucho más injusta: la infrafinanciación crónica a la que nos ha condenado un sistema que nos obliga a hacer lo mismo que otras comunidades con muchos menos medios.
Un sistema que nos obliga a mantener nuestros servicios esenciales con menos recursos de los que nos corresponden, y que ha convertido esa carencia en deuda. Para que veáis la magnitud, el 80% de nuestra deuda procede únicamente de la infrafinanciación.
Es decir, nuestra situación financiera no es consecuencia de una mala gestión, sino del agravio. Y esa es la gran contradicción: que una comunidad seria y comprometida siga arrastrando una deuda que la mantiene lejos de los mercados, precisamente cuando conoce la importancia que tienen.
Con todo, y a pesar de esta limitación tan evidente, afortunadamente también recibimos señales de que el esfuerzo realizado está siendo valorado.
La prueba más clara es la reciente decisión de la agencia Fitch de mejorar la perspectiva del rating de la Comunitat Valenciana, que ha pasado de estable a positiva. Y quizás, podría haber otros movimientos de otras agencias de calificación en el mismo sentido en el futuro próximo.
Ese cambio no nos abre todavía la puerta a los mercados, pero sí envía un mensaje inequívoco a los inversores: que las medidas de disciplina presupuestaria, de simplificación administrativa y de rigor en la gestión están dando resultados.
Que nuestra situación financiera sigue siendo compleja, pero que la confianza en nuestras instituciones crece. Que estamos en la buena dirección. Y lo más relevante: que recuperar la capacidad de acudir a los mercados no sería solo un avance para la autonomía financiera de la Generalitat, sino también una oportunidad para enriquecer a los propios mercados de capitales y actuar como catalizador para financiarse en el mercado.
En otras palabras: aun con las restricciones que nos impone un sistema de financiación injusto, hemos demostrado que es posible gestionar con seriedad y avanzar en credibilidad.
Y esa credibilidad, esa confianza, es —como bien sabéis quienes os estáis formando en este ámbito— el activo más valioso en el terreno financiero.
Y en relación a esto, permitidme un ejemplo. Muchos recordaréis el caso de GameStop, o quizá hayáis oído hablar del caso de Terra en la bolsa española a finales de los noventa. En ambos casos, las acciones se dispararon de forma vertiginosa, impulsadas por la expectación, pero se desplomaron con la misma rapidez al comprobarse que no había detrás un proyecto sólido.
Episodios como estos nos recuerdan algo esencial: los mercados no se sostienen en la euforia, sino en los fundamentos. Y ponen de relieve el valor de quienes asesoran y acompañan a las empresas. Porque no basta con dominar técnicas o modelos financieros; hace falta criterio, visión y responsabilidad para distinguir lo pasajero de lo sólido y acompañar a las compañías en sus decisiones.
Y lo mismo ocurre con las instituciones: solo con fundamentos firmes, disciplina y seriedad se construye la confianza que abre las puertas de los mercados.
Acabo ya con tres ideas.
La primera: que veáis a la administración no como un espectador, sino como un actor que también contribuye al buen funcionamiento de los mercados.
La segunda: que sepáis que este Consell os tiende la mano y agradece de verdad vuestra aportación al crecimiento de la economía de nuestra tierra.
Y la tercera: desearos lo mejor en este nuevo inicio, recordándonos que el conocimiento es, en definitiva, la mayor garantía de progreso.
Muchas gracias.