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EE.UU. China: Juego de tronos tech

Según Bill Gurley, inversor de capital riesgo, el Silicon Valley ha funcionado por las 2850 millas que lo separan del centro del Gobierno Federal de los Estados Unidos de América, Washington DC.

Pero esta opinión ignora un elemento histórico: Silicon Valley fue financiado con dólares federales. El Pentágono y la Nasa llegaron primero e hicieron falta grandes compradores de chips de silicona para guiar cohetes militares y civiles.

En 1963, el programa espacial Apolo compró el 60% de todos los circuitos integrados producidos en USA.

Una vez más el Gobierno Federal americano vuelve a ayudar a financiar la tecnología a gran escala, permitiendo generar una gran ola de inversión e innovación nen el sector privado.

Estados Unidos dispone tanto de la intención como de la capacidad de liderar la tecnología global, mientras la capacidad de China crece. Y el Silicon Valley parece estar entre los principales beneficiarios de esta ambición política, aunque algunos de sus líderes empresariales no lo perciban así. El resto del mundo debería tomar nota y esforzarse por innovar, pero numerosos países siguen sin tener una estrategia clara ni coherente.

A primeros de mayo pasado, la Asociación Americana del sector de Semiconductores publicó un informe aumentando la adopción de la Ley de los Chips de 2022, que supone 39.000 millones de dólares de ayudas e incentivos para apoyar la industria de semiconductores, lo que supone un gran volumen de financiación. Y hay 447.000 millones de dólares de inversores adicionales en 83 proyectos en 25 estados. El informe establece cómo los Estados Unidos aumentarán su cuota de capacidad en las manufacturas globales, para liderar los denominados “edge chips” (por debajo de 10 nanometros) hasta el 28% del total en 1932, desde su cuota actual de 0%.

Del mismo modo que el Sputnik en 1957, tras el lanzamiento del primer satélite ruso al espacio supuso un gran impulso para la industria aeroespacial norteamericana, la actual rivalidad china ha impulsado la inversión tecnológica norteamericana, Washington se ha dado cuenta de que su dependencia de las importaciones de semiconductores de Taiwán y Corea del Sur era una estrategia muy errónea por superar vulnerabilidad en un entorno volátil.

La idea de que entre el 75 y el 85% de los chips norteamericanos provengan de Asia es insostenible y preocupante para los norteamericanos, según afirma el presidente de la Asociación de Semiconductores John Neuffer.

Y China, por su parte, está trabajando sus aliados geoestratégicos para consolidar el crecimiento internacional de sus gigantes tecnológicos, su estancamiento económico ha forzado mayor velocidad en la expansión internacional.

Sus alianzas clave permiten su crecimiento en el medio este, y como es un gran importador de petróleo, Arabia Saudí, por ejemplo, le ha abierto las puertas. Todo un grupo de empresas chinas han aterrizado en Arabia Saudí para impulsar sus exportaciones tecnológicas, la última de ellas ha sido Alibaba, que está desarrollando un consorcio con una empresa de Arabia Saudí y otra de los Emiratos Árabes Unidos.

Tencent también planea expandir su negocio cloud e invertir en almacenamiento de datos en los países árabes. Y Shein ya está con presencia en Arabia Saudí.

Por áreas tecnológicas, los servicios cloud y la inteligencia artificial chinas han avanzado rápidamente, pero la demanda de apps y tecnología china en Estados Unidos ha generado tensión geopolítica.

De cualquier modo, la ambición del Gobierno Federal va más allá del sector de semiconductores. La IRA, programa de ayudas para combatir la inflación articulado por el Gobierno Biden, que también se puso en marcha en 2022, está estimulando la inversión en innovación en Climete Tech, y para la administración Biden supone fortalecer en USA los sectores biotech y suantum también. Esto supone reconocer que previamente USA falló en capitalizar su liderazgo prematuro en algunas áreas críticas agrupamiento en infraestructuras tecnológicas y baterías por ejemplo, y no quieren repetir el error previo.

Washington tiene que ponerse manos a la obra, pero también el sector privado en USA, aprovechando el impulso público y su financiación directa como inversores en el campo de la inteligencia artificial. Empresas de USA como Google, OpenIA, Nvidia, Microsoft y Anthropic ya dominan el campo de la inteligencia artificial generativa. Goldman Sachs estima que las inversiones vinculadas a inteligencia artificial podrían subir entre 2,5 y un 4% el PIB norteamericano, comparado con el 1,5 y el 2,5% en otros países.

Esto supone una gran ruptura, dice Erik Brynjolfsson, director del laboratorio de economía digital de la Universidad de Standford.

Pero la inteligencia artificial no solo ayudará a la competitividad de la economía norteamericana, sino también a la economía mundial. La oficina de presupuestos del gobierno norteamericano ha previsto un crecimiento anual de la productividad en el entorno del 1,4% anual a lo largo de la próxima década, pero la Universidad de Standford dice que puede ser cercano al 3%, en su mayor parte gracias a la inteligencia artificial. Esto supone duplicar la productividad.

Parece claro que empresas con un déficit público del 6% experimentarán un crecimiento al alza por la inteligencia artificial, al menos durante un tiempo.

Las debilidades de la economía norteamericana, incluyendo deficitarias infraestructuras de transporte y falta de cualificación no serán fáciles de superar las restricciones norteamericanas a las exportaciones de chips de alta gama a China dañarán también a las empresas norteamericanas. Y la inestabilidad derivada de las elecciones a final de año no puede ser obviada, pero como suele decir el gran inversor Warren Buffet “nunca apuntes contra América”

Isabel Giménez Zuriaga

Directora General

Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

igimenez@febf.org

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