La historia de la diplomacia mundial ofrece lecciones y aprendizajes. Recordemos como el ascenso de Henry Kissinger en la Casa Blanca estuvo directamente relacionado con la construcción de relaciones diplomáticas con la economía china a principios de los años 70.
Negociado bajo el más absoluto secreto, y después anunciado a bombo y platillo, la apertura de la economía de Estados Unidos a China supuso un giro copernicano en la diplomacia mundial en plena guerra fría aislando todavía más a Rusia.
La memoria todavía planea sobre la política internacional desde la invasión de Ukrania numerosos líderes occidentales están tratando de repetir -sin éxito- el “aislamiento a Rusia”, tratando de quebrantar la alianza Putin-Xi.
Y es que los bloques diplomáticos han cambiado, y tenemos el bloque Rusia China plenamente imbricado; Estados Unidos está centrado en evitar que los productos chinos lleguen a su economía, y la Unión Europea sufre en su política comercial con China y un gran volumen de importaciones de productos sostenibles (placas para los parques fotovoltaicos) y vehículos eléctricos.
Y en Washington, de hecho, el liderazgo más preocupante a largo plazo no es Rusia, sino China. El consenso de la Casa Blanca incluido Kissinger- está preocupado por conducir a Rusia al abrazo con China. En sus propias palabras “Rusia debilitada podría convertirse en un satélite de China, extendiendo su ámbito de influencia sobre el continente europeo”. La reciente visita el pasado mes de mayo de Putin a China ha mostrado la fortaleza de la alianza y la empatía entre los dos líderes, acusando a Estados Unidos de querer debilitarlos y actuar de forma económica.
Y en este contexto, el pasado mes de mayo el líder chino ha visitado el continente europeo, socavando la soberanía de las instituciones europeas, realizando pocas concesiones y mostrando su visión autoritaria.
La última vez que visito Xi JinPing el continente europeo fue en 2019, fue una misión diplomática que encajaba con su gran ambición personal. El Presidente chino creía que podría someter a Occidente e incluir el continente europeo en sus propios planes de expansión; visitó a los mandatarios europeos para convencerles de que la expansión económica de China supondría prosperidad global. Firmó acuerdos comerciales en Paris, celebró en Roma su participación en la Iniciativa Belt and Road, y realizó promesas de cooperación económica en Atenas.
El tour europeo de Xi en mayo de 2024 tuvo lugar bajo circunstancias muy diferentes. A lo largo de estos cinco años de ausencia diplomática en el continente europeo, el crecimiento de la economía china se ha reducido, y Beijing ha generado una unánime animadversión occidental por su apoyo diplomático a Rusia en la guerra de Ukrania. Aunque el líder chino podría haber dedicado su viaje a limar asperezas y escuchar los reproches de los europeos, en lugar de ello ha preferido sembrar la discordia con encuentros conspiradores.
Reflexionemos sobre el itinerario elegido. Comenzó con un encuentro institucional con la Presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen y el Presidente francés Macron en el que comunicó pequeñas concesiones sobre el anunciado arancel chino al coñac francés; pero la mayoría del viaje del líder chino se ha centrado en encuentros con sus aliados, todos ellos problemáticos para el proyecto europeo
Por ejemplo, la visita a la ciudad de Belgrado en el 25 aniversario de la bomba de la Otan sobre la embajada china le ha ofrecido la oportunidad de criticar la la labor realizada desde la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) y socavar su credibilidad, apoyando la reclamación de los serbios -fuera de la UE- sobre Kosovo.
Su visita de dos días a Viktor Orban en Hungría le ha permitido generar lazos con el miembro de la UE más rupturista con el proyecto europeo.
Además de ello, las ambiciones del líder chino están mucho más enardecidas que en 2019: quiere que el mercado europeo esté abierto a los productos chinos, tratando de evitar que se imite el ejemplo de Estados Unidos.
Dada su habilidad para exportar grandes cantidades de vehículos eléctricos baratos, así como tecnología verde (por ejemplo, las placas para parques fotovoltaicos), ayudados por lo que Bruselas denomina injustas ayudas estatales, Beijing está muy preocupado por los aranceles europeos.
Después de que en su viaje abril de 2024 el canciller europeo Olaf Scholz infraponderara la dependencia de la economía alemana con respecto de China Xi parece que piensa que podría posponer el riesgo de aranceles, impulsando sus voces disuasorias.
Esta confianza del líder Xi infraestima la percepción negativa de la mayoría de los países europeos sobre China, y su amenaza creciente sobre la seguridad global por su alianza con Rusia, así como su amenaza económica, dado su potencial para dañar las manufacturas europeas.
Casos recientes de espionaje chino no ayudan a su imagen exterior. Sus reuniones conspiratorias en Hungría y Serbia tampoco ayudan a confiar en el líder chino.
Lo mas preocupante de la reciente gira europea de Xi Jinping es que parece no hacer hecho concesiones sobre las preocupaciones comerciales europeas, acerca del exceso de capacidad de China sobre los vehículos eléctricos, tecnologías renovables, subsidios industriales o acceso al mercado. Tampoco parece que haya ofrecido sosiego el hecho de que China restringirá el flujo de bienes de doble uso desde Rusia, que está apoyando su escalada bélica,
Con el estancamiento de la demanda doméstica, y el mercado estadounidense cerrado a los vehículos eléctricos chinos, Europa es el principal mercado para el gigante asiático, y un trofeo pendiente para Xi. La Unión Europea, por su parte, también dispone de herramientas disuasorias tales como la regulación de subsidios a bienes extranjeros, que permite a Bruselas bloquear a las empresas subsidiadas por gobiernos extranjeros mediante licitaciones públicas y fusiones y adquisiciones, que les proporciona un gran poder de maniobra.
Si todo esto se llevara a cabo, supondrá avanzar desde el punto de vista económico y de política exterior con respecto del gobierno chino. Europa necesitará proyectar una imagen de mayor unidad, pagando a china con su propia moneda, y estando preparados, además, para adoptar incluso medidas más expeditivas. La decisión de las autoridades europeas de elevar los aranceles a la importación de vehículos eléctricos es una decisión necesaria y correcta, que muestra como desde Europa también se puede afrontar escalada comercial china.
En el arte de la guerra nos enseñan como «Quien no tiene metas, es poco probable que las alcance»; Rusia y China tienen metas, la Unión Europea deberá tenerlas también si quiere sobrevivir ante líderes peligrosos con una hoja de ruta clara. Siempre podemos aprender de Estados Unidos.
Isabel Giménez Zuriaga
Directora General
Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros