24 octubre 2024
En estas primeras décadas del siglo XXI el crecimiento económico y la competitividad europeos se han estancado, ampliando la brecha con respecto a otros bloques económicos (USA o Asia).
En este contexto el denominado “informe Draghi” supone un rayo de luz para las instituciones, empresas y ciudadanos europeos. El informe Draghi se ha publicado apenas unos meses después del “Informe Letta”, que el Consejo Europeo encargó al también ex ministro italiano, centrado en el mercado interior.
El documento consta de seis apartados: una descripción inicial de la situación actual; los tres principales desafíos (el cierre del gap de innovación respecto a USA, cómo compatibilizar descarbonización y competitividad y cómo aumentar la seguridad económica y reducir las dependencias); y dos requisitos para lograrlo, como son un refuerzo de la inversión pública y privada y una mejora de la gobernanza europea (incluida la política de competencia).
El Informe Draghi parte de la base de que el modelo por el cual la UE contaba con energía barata para su industria procedente de Rusia, ilimitados mercados de exportación en China y paraguas de seguridad de USA, ha terminado. Y que esto, combinado con la pérdida de competitividad y la falta de dinamismo económico europeo (sobre todo comparado con USA, y esencialmente por estar perdiendo el tren de la cuarta revolución industrial) obliga a un replanteamiento profundo del modelo de crecimiento europeo.
El informe sorprende por su lenguaje claro, profundidad, coherencia, oportunidad, ambición y sentido de urgencia. Mario Draghi conoce a fondo las instituciones europeas, ha trabajado de distintos ámbitos y su criterio está fuera de toda duda. La profundidad de los documentos generados se basa en que hay recomendaciones concretas para cada sector clave, así como para determinados proyectos europeos estancados en tierra de nadie como el mercado único de capitales europeos.
La coherencia es debida a que el documento base genera un diagnóstico de partida: el insuficiente crecimiento de la economía europea en este siglo XXI, debido a una serie de factores estructurales (demografía, geopolítica, baja productividad, falta de coordinación en la regulación europea y en su implementación….).
En cuanto a la oportunidad, lo cierto es que Draghi explica como la Unión Europea se enfrenta a un desafío existencial, de manera que o cambiamos la forma de hacer las cosas o estarán en peligro los valores democráticos europeos (democracia, libertad, equidad) que impulsan la inclusión social.
Por lo que respecta a la ambición, las propuestas programáticas tienen todo el sentido del mundo, hace falta reducir las barreras regulatorias, generar un horizonte de seguridad legal con políticas comunes, y profundizar en el mercado único europeo.
Entre los principales retos de competitividad europeos destacan al menos los siguientes:
- Cualificación del capital humano. Existen severos desajustes entre la oferta y la demanda de skills. Mas del 25% de las empresas europeas manifiestan serias dificultades para encontrar mano de obra cualificada. Y las tasas de desempleo muestran como hay colectivos cualificados en ámbitos poco demandados. Hace falta afrontar políticas estructurales de oferta que adapten el sistema educativo e impulsen formaciones profesionales que agilicen la incorporación de mano de obra en las empresas que la necesitan con carácter inmediato, así como impulsar cualificaciones STEM vinculadas a la revolución tecnológica.
- Ciclo de vida de la innovación. Es necesario cerrar el gap en innovaciones avanzadas. Hay un apoyo insuficiente por parte del sector público de la investigación básica. Hay numerosas patentes que no se comercializan. Hay más inventores que inversores. Aunque hay numerosas startups, hay que impulsar en mayor medida las comunidades y los ecosistemas inversores que ayuden a las startups a ser growth y scaleups. Hay que ayudar a que haya “líderes” europeos en ámbitos clave de la revolución tecnológica como por ejemplo la inteligencia artificial y la computación. Hay que avanzar desde el enfoque “artesano” hasta el enfoque “industrial”, más profesionalizado en la creación de empresas, y fortalecer los modelos de negocio y su financiación a través de redes europeas de business angels y venture capital.
- El mercado de capitales único europeo. La financiación mayoritaria en el ámbito europeo es la financiación bancaria, más tradicional.La financiación bancaria no es la más adecuada para empresas en las primeras etapas del crecimiento o en sectores intensivos en capital, para los que la inversión alternativa es lo más adecuado, al ofrecer flexibilidad y ritmo acorde a las necesidades en cada fase.Es necesario impulsar también la Unión Bancaria Europea, con un Fondo de Garantía de Depósitos común y también los mercados de titulización.
- Educación financiera. Hace falta más educación financiera para entender las ventajas de la diversificación financiera y de la planificación financiera a largo plazo.Numerosas startups europeas innovadoras y con mayor riesgo se financian y crecen en Estados Unidos porque allí hay un ecosistema inversor consolidado, mucho mayor al europeo. Las micropymes europeas son más vulnerables, y les resulta muy difícil superar los cambios tecnológicos y los cambios de ciclo al no haber escalado el crecimiento previamente. Si queremos tener empresas tecnológicas lideres en Europa debemos contar con mercados financieros más profundos y líquidos. tanto emisores como inversores deben confiar en los mercados europeos a la hora de realizar sus operaciones corporativas.
- El mercado europeo de la energía. La unión europea ha establecido un horizonte ambicioso para la descarbonización en el que las finanzas sostenibles juegan un papel clave. Hoy por hoy para el 50% de las empresas europeas la energía es un obstáculo. Hace falta una mayor integración de los mercados energéticos europeos. El calendario de descarbonización necesita ayudas públicas y una política comercial que aplique aranceles de forma selectiva. Los proyectos de energías renovables son de largo plazo, y hace falta crear un marco jurídico estable y reducir la burocracia.
En cuanto al sentido de urgencia, el informe muestra claramente como se deben acometer ya reformas estructurales de calado para mejorar el bienestar de los ciudadanos europeos cuyo nivel adquisitivo (derivado de una menor competitividad) se ha visto reducido durante las últimas décadas frente a otras economías como Estados Unidos.
Si queremos que la Unión Europea sea autosuficiente en defensa, afrontar el reto de la digitalización (para ser más competitivos) y liderar la descarbonización hace falta un elevado volumen de inversiones (estimado en torno al 5% del PIB) mucho mayor al del Plan Marshall (1% del PIB) que es el referente histórico más cercano. Y para conseguir esta financiación hace falta el mercado de capitales único europeo para impulsar productos financieros públicos y privados, en un ecosistema inversor de mayor tamaño en el que deben cobrar protagonismo el ahorro previsional y los productos financieros de largo plazo.
Retos todos ellos importantes, de ahí la importancia de reflexionar con la lectura del Informe Draghi y tomar nota sobre su sano sentido de urgencia para cambiar. En el Informe se habla de que podría ser bueno generar una extrajurisdicción europea para escalar estos proyectos a mayor velocidad, evitando los cauces tradicionales, más lentos. Desde luego, su ambiciosa orquestación requerirá de gestores políticos de altura, con visión de largo plazo y ejecución impecable en el corto plazo. Manos a la obra y no lo abandonemos en un cajón!!!
Isabel Giménez Zuriaga
Directora General
Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF)