27 de enero de 2025
El oro, que actualmente cotiza a 2.750 dólares la onza, sigue siendo un activo refugio clave a pesar de la reciente popularidad de la tecnología, el petróleo y las criptodivisas. Su valor se ha visto reforzado por las incertidumbres actuales, incluidas las políticas arancelarias de Estados Unidos bajo Trump y los temores a posibles guerras comerciales. Este nivel de precios está cerca de sus máximos de noviembre y cerca de su máximo histórico de 2.790 dólares, lo que muestra una fortaleza consistente. Los bancos centrales, las tensiones geopolíticas y la incertidumbre del mercado han contribuido al buen comportamiento del metal.
Históricamente, el oro muestra una relación inversa con los tipos de interés reales, y suele subir cuando caen los rendimientos reales, aunque esta correlación no siempre es estable. Por ejemplo, en marzo de 2022, los precios del oro subieron incluso cuando los rendimientos reales aumentaron, impulsados por una mayor demanda de refugio en medio de la guerra de Ucrania. El oro también sirve de cobertura frente a la inflación, aunque su evolución a corto plazo está menos directamente ligada a las variaciones del IPC. A largo plazo, ha demostrado proteger el patrimonio durante periodos de inflación elevada, como en la década de 1970 y la crisis financiera de 2008.
Durante los mercados bajistas, el oro siempre obtiene mejores resultados, ya que los inversores buscan refugio ante la caída de las cotizaciones bursátiles. En la Gran Depresión, el oro subió de 20,67 dólares por onza a 35 dólares tras la Ley de Reserva de Oro, fortaleciendo la economía estadounidense. Del mismo modo, durante la crisis financiera de 2008, los precios del oro subieron mientras la renta variable se desplomaba, demostrando su fiabilidad en tiempos de agitación económica. Ejemplos recientes son la votación del Brexit, cuando los precios del oro subieron 100 dólares en seis horas, y la pandemia del COVID-19, que hizo que el oro alcanzara un máximo histórico de 2.062 dólares por onza en agosto de 2020.
Los bancos centrales siguen siendo grandes compradores, añadiendo 60 toneladas de oro en octubre de 2024 y otras 53 toneladas en noviembre. El banco central de China ha reanudado las compras tras una breve pausa, lo que refleja una tendencia más amplia de diversificación de las reservas. A pesar de los altos precios, la demanda estratégica de los bancos centrales sigue compensando la menor demanda de los consumidores, apoyando los precios del oro a largo plazo. El Consejo Mundial del Oro destaca el papel del oro como cobertura frente a la inflación, los riesgos monetarios y la inestabilidad geopolítica, por lo que es probable que las compras sostenidas de los bancos centrales mantengan los precios elevados.
Los acontecimientos geopolíticos influyen significativamente en el valor del oro, lo que le ha valido el apodo de «mercancía de crisis». La guerra de Ucrania, las tensiones en Oriente Próximo y los posibles conflictos sobre Taiwán han impulsado la demanda de oro como activo refugio. Históricamente, el oro ha experimentado fuertes subidas de precio durante las crisis políticas, como el debate sobre el techo de deuda de Estados Unidos en 2011 y la votación del Brexit en 2016. A medida que disminuye la confianza en los gobiernos, los inversores recurren al oro en busca de estabilidad.
El oro es también una herramienta vital para la diversificación de carteras debido a su correlación negativa con la renta variable y otros instrumentos financieros. En la década de 1970, el oro prosperó mientras la renta variable sufría, y en 2008 proporcionó un equilibrio muy necesario cuando los mercados bursátiles se desplomaron. Las carteras bien diversificadas suelen incluir oro junto con acciones y bonos, lo que ayuda a reducir el riesgo y la volatilidad generales. Aunque el oro puede ser volátil a corto plazo, conserva su valor a largo plazo, sirviendo de cobertura fiable frente a la inflación y la devaluación de las divisas.
Desde un punto de vista técnico, el oro ha superado niveles de resistencia clave en varias divisas, como el dólar estadounidense, el euro y la libra esterlina. Esta ruptura indica una posible tendencia alcista hacia los 3.000 dólares por onza, con los mercados mundiales mostrando un fuerte impulso alcista. Los ETF también han contribuido al repunte del oro, con entradas de 1.600 millones de dólares la semana pasada, las mayores desde octubre. A pesar de ello, el oro sigue estando infra asignado en las carteras, ya que el 75% de los gestores de inversiones mantienen una exposición inferior al 2,5%.
La infra asignación histórica del oro brinda a los inversores la oportunidad de mejorar la resistencia de sus carteras aumentando la exposición a este activo. Mientras los bancos centrales siguen acumulando oro de forma agresiva, los inversores particulares pueden beneficiarse de alinearse con estas estrategias a largo plazo. La capacidad del oro para preservar el patrimonio, protegerse frente a la inflación y proporcionar estabilidad durante las crisis geopolíticas o económicas lo convierte en un activo esencial en tiempos de incertidumbre.
De cara al futuro, se prevé que el precio del oro se mantenga fuerte y que siga subiendo a medida que evolucionen las tensiones geopolíticas y las políticas de los bancos centrales. Aunque las previsiones apuntan a una posible subida hasta los 3.000 dólares la onza, factores como las escaladas militares o los cambios en la política estadounidense podrían empujar los precios aún más arriba. El atractivo perdurable del oro reside en su capacidad para proteger el patrimonio a lo largo de los siglos, lo que lo convierte en un componente intemporal y esencial de cualquier cartera diversificada. Con las incertidumbres económicas, políticas y monetarias actuales, los argumentos a favor del oro nunca han sido tan sólidos.
John Plassard
Especialista en Inversiones en Mirabaud Group