
Andrew Lake – Head of Fixed Income en Mirabaud Asset Management
Los mercados mundiales parecen estar en una fase «Goldilocks» —ni demasiado calientes ni demasiado fríos— con un optimismo sorprendentemente alto a pesar del contexto de valoraciones más ajustadas, fricciones geopolíticas y riesgos fiscales sin resolver. Las acciones se mantienen cerca de máximos históricos, los diferenciales crediticios son estrechos y la volatilidad sigue siendo moderada. El impulso es fuerte, aunque los fundamentos subyacentes ofrezcan un panorama más ambiguo.
Gran parte de esta resistencia puede atribuirse a la liquidez. Aunque muchos inversores ya han completado sus asignaciones, sigue habiendo una gran cantidad de activos del mercado monetario a la espera de ser reasignados. Este impulso técnico sigue respaldando a los activos de riesgo, especialmente a medida que avanza la temporada de resultados y las empresas superan ampliamente las expectativas, aunque en un contexto de previsiones a la baja.
Las tensiones comerciales siguen siendo una amenaza, pero los mercados las consideran cada vez más como ruido. Los aranceles, que inicialmente se consideraban un obstáculo importante, especialmente en el contexto de EE. UU., China y Europa, ahora se ven como algo manejable. El cambio de la incertidumbre a la claridad, incluso con tipos arancelarios más altos del 15 %, se ha acogido de forma positiva. En muchos casos, las noticias son simplemente «menos malas» de lo que se temía, lo que ha contribuido a mejorar la confianza. El repunte de los automóviles japoneses, tras la confirmación de unos aranceles inferiores a lo esperado, es un buen ejemplo de ello.
Un punto ciego clave en el optimismo actual es la sostenibilidad fiscal. Aunque estimulante a corto plazo, el «Big Beautiful Bill» ha dejado un enorme agujero en las finanzas públicas. El déficit fiscal de EE. UU. se encuentra ahora en niveles históricamente elevados, pero los mercados parecen ignorarlo en gran medida. Esta complacencia se extiende también a otros mercados desarrollados, como el Reino Unido, donde el margen fiscal es aún más limitado. Por ahora, la atención sigue centrada firmemente en el crecimiento y el impulso de los beneficios, pero es probable que el ajuste de las finanzas públicas vuelva a ser un tema crítico en los próximos trimestres.
Aun así, hay fisuras. La inflación de los costes de los insumos está empezando a aflorar en los sectores más expuestos al comercio, como el automovilístico y el electrónico. Las existencias que se acumularon antes de la fecha límite de los aranceles se están agotando y las presiones sobre los precios son cada vez más visibles. La pregunta clave es si esta inflación es transitoria, como supone actualmente el mercado, o si podría extenderse más ampliamente a la economía.
Los mercados laborales son la variable crítica. Por ahora, el crecimiento del empleo sigue siendo favorable y los aumentos salariales se están moderando. Pero los datos recientes muestran signos de debilitamiento, especialmente en los servicios. Si la tendencia continúa, podría reducir la capacidad de las empresas para repercutir los mayores costes, lo que lastraría los márgenes y desplazaría el foco del mercado del riesgo de inflación al riesgo de crecimiento.
Las próximas nóminas no agrícolas de EE. UU. serán un punto de inflexión clave. Un dato débil podría provocar un replanteamiento más amplio sobre la resistencia del consumidor y la eficacia del poder de fijación de precios de las empresas. Mientras tanto, los participantes en el mercado siguen descontando dos recortes de tipos en EE. UU., pero si la inflación se mantiene y el crecimiento se mantiene, esas expectativas podrían revisarse. El riesgo es que los precios actuales reflejen el mejor escenario posible en todos los frentes: sin daños por los aranceles, inflación bajo control y crecimiento estable. En realidad, el camino por delante puede ser más matizado.
Perspectivas de posicionamiento: selectivo, defensivo y centrado en el cupón
En este contexto, seguimos siendo cautelosamente constructivos. La hipótesis de base es que se produzca un cierto deterioro del crecimiento en los próximos meses, insuficiente para sugerir una recesión, pero suficiente para justificar un modesto aumento de la duración. Ya hemos aumentado ligeramente la duración tanto en las exposiciones con grado de inversión como en las soberanas, y buscaríamos añadir más en cualquier retroceso del mercado impulsado por la volatilidad arancelaria o política.
De cara al futuro, esperamos que los rendimientos se vean impulsados principalmente por los cupones, en lugar de depender de una mayor apreciación de los precios. Los precios del mercado dejan poco margen para el error y, con las valoraciones al alza, preferimos centrarnos en el carry y la resiliencia, especialmente en los activos con grado de inversión de alta calidad y en determinados activos de alto rendimiento.
El impulso sigue siendo fuerte, pero la estacionalidad, los riesgos persistentes de inflación y las preocupaciones fiscales —especialmente en Estados Unidos y Reino Unido— justifican una postura más conservadora. Nos estamos posicionando para actuar con selectividad y flexibilidad, dispuestos a aprovechar la volatilidad cuando sea oportuno, pero evitando la complacencia en estos niveles elevados.