26 de febrero de 2025
John Plassard. Especialista en Inversiones en Mirabaud Group
Durante décadas, la cartera 60/40 -60% renta variable, 40% renta fija- fue el patrón oro de la asignación de activos, equilibrando crecimiento y estabilidad. Sin embargo, las turbulencias de los mercados en 2022, cuando tanto las acciones como los bonos se desplomaron, pusieron de manifiesto su vulnerabilidad. Los inversores empezaron a cuestionar su pertinencia, lo que condujo a un cambio hacia estrategias de cartera más dinámicas.
Históricamente, la asignación de activos ha evolucionado a través de diferentes épocas. A mediados del siglo XX, las carteras se concentraban en los bonos, centrándose en la preservación del capital y los rendimientos estables. La década de 1980 marcó el predominio del modelo 60/40, ya que la caída de los tipos de interés y la subida de la renta variable impulsaron fuertes rentabilidades. A principios de la década de 2000, surgió la estrategia Barbell, que equilibraba los activos de alto riesgo con los defensivos en respuesta a los cambios de las políticas monetarias.
Hoy en día, la diversificación tradicional ya no es suficiente, ya que la volatilidad de los bonos aumenta y los mercados de renta variable se vuelven más difíciles de navegar. El nuevo paradigma se centra en la deuda privada, los activos alternativos y las estrategias híbridas que ofrecen rendimientos no correlacionados. Los hedge funds, el capital riesgo, las infraestructuras y las materias primas están ganando terreno a medida que los inversores buscan estabilidad fuera de los mercados tradicionales.
Las simulaciones de rentabilidad muestran que, si bien la cartera 60/40 ha ofrecido históricamente unos rendimientos anuales en torno al 7%, los modelos más diversificados -como los que incorporan alternativas- han logrado rendimientos superiores, aunque con mayor volatilidad. El auge del crédito privado cambia las reglas del juego, ya que ofrece fuertes rendimientos en un entorno de tipos de interés al alza.
A medida que nos adentramos en 2025, la flexibilidad y la innovación en la construcción de carteras son más importantes que nunca. La inversión pasiva en índices amplios como el Nasdaq o las apuestas de una sola acción en Nvidia pueden haber funcionado en 2024, pero ahora se requiere un enfoque más estratégico. La gestión activa está preparada para ocupar el centro del escenario, con una cuidadosa selección de activos que se convertirá en la clave de la rentabilidad superior.
El cambio hacia estrategias multiactivos subraya la necesidad de que los inversores se adapten a las nuevas realidades del mercado. Las viejas reglas de asignación de activos se están reescribiendo, favoreciendo a quienes adoptan la diversificación más allá de la renta variable y la renta fija. Esto marca el comienzo de lo que llamamos la «era 3D»: diversificación, diversificación y diversificación.
En un mundo de inversión definido por la incertidumbre, sólo prosperarán quienes se anticipen a las grandes tendencias y se ajusten de forma proactiva. Los días de los modelos estáticos de cartera han pasado a mejor vida, sustituidos por un enfoque más dinámico y previsor. Bienvenido a la nueva frontera de la asignación de activos.
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